Al principio sentí nerviosismo porque la verdad nunca había trabajado en un lugar donde se esperara tanto de nosotros. A lo que me refiero es que todo tenía que salir perfecto aun cuando no habíamos practicado para nada y ninguno de los voluntarios sabía que hacer. El primer día de trabajo tuve un problema en cuanto a la vestimenta. Durante la capacitación, nos habían dicho que podíamos llevar bermudas de vestir de un color obscuro. Como yo no tenía pantalones, lleve mis bermudas de la escuela. Al momento en el que intenté pasar, me prohibieron el paso porque el día anterior habían cambiado el código de vestimenta sin avisarle a los trabajadores. Por suerte para mi, el profesor Luis Villalobos también fue con bermudas y a él tampoco le permitieron el acceso. Pasó alrededor de media hora hasta que el staff de seguridad nos dejó pasar. Los días siguientes lleve unos pantalones que encontré en mi cuarto. Cuando inició la primera exposición, quede asombrado por toda la nueva información que fui recibiendo por parte del tallerista a la hora de participar en el taller. Ya para el final de la primera noche, ya tenía una idea de como era la dinámica en el taller. Ese día, el box lunch llego demasiado tarde y todos los voluntarios estábamos de mal humor. Al día siguiente, fue la misma dinámica sólo que esta vez, el box lunch llego demasiado temprano. Eso no fue lo más sorprendente y molesto. Algo que nos pareció molesto para todos, talleristas y voluntarios, fue el hecho de que después de las 7, hora en que terminaban los grupos programados, nadie asistía a los talleres. Nuestro coordinador de Mundo Funerario llamado Jafet, (apodado Jafete o Jafelele por los voluntarios) intento mandar gente al pabellón pero sus esfuerzos fueron inútiles. No llegó suficiente gente a casi todos los talleres. Los únicos talleres que estaban llenos la mayoría del tiempo eran los de Bate Chocolatl y Envuelvan al Ajaw. Aunque esto fue una molestia para todos al principio, al final nadie quería tener gente en su taller. Durante los dos últimos días, la prensa visito todos los talleres y yo pienso que se llevaron una muy buena impresión porque tanto los tallerístas como los voluntarios trabajaron con una sonrisa en su cara (Estoy completamente seguro de que sólo fue porque la prensa estaba presente). Ya en el último día, todos esperábamos con ansia la junta de clausura y el tiempo se nos hizo una eternidad pero al final fuimos. Ese fue el final de mi trabajo en el Festival.
Lo que me llevo de esta grandiosa experiencia es una sonrisa en mi rostro. Esa sonrisa es equivalente a la gran cantidad de amistades que hice, todos los momentos que compartí tanto con los talleristas y los voluntarios. Aunque no me ofrecieran un punto extra en informática o en cualquier otra materia, con gusto vuelvo a ir. Es una experiencia única y vale la pena aprovecharla.
Lo que me llevo de esta grandiosa experiencia es una sonrisa en mi rostro. Esa sonrisa es equivalente a la gran cantidad de amistades que hice, todos los momentos que compartí tanto con los talleristas y los voluntarios. Aunque no me ofrecieran un punto extra en informática o en cualquier otra materia, con gusto vuelvo a ir. Es una experiencia única y vale la pena aprovecharla.
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